Algo extraño ocurre en la segunda economía más grande del mundo. Las cifras oficiales revelan un derrumbe inesperado de la inversión china, pero en los pasillos del poder, los líderes mantienen la calma… o la fingen. ¿Qué saben que el resto del mundo no?
Durante los últimos meses, los datos de inversión en infraestructura, manufactura y construcción han caído con una fuerza que ni los más pesimistas anticipaban. Por primera vez en más de tres décadas, China registró una contracción fuera del contexto de la pandemia. Lo que parecía una desaceleración controlada se ha transformado en un enigma que inquieta a los economistas y deja en evidencia contradicciones en las propias estadísticas del régimen.
El desplome fue súbito. Hasta mediados de año, la maquinaria económica seguía rugiendo; luego, el gasto se hundió un 6,6% en el tercer trimestre. Un colapso tan brusco que algunos analistas dudan incluso de que los números sean reales. ¿Está China exagerando su crisis o escondiendo algo aún más grave?
Las explicaciones oficiales apuntan a una cruzada interna contra la llamada “involución”, un término con el que el gobierno de Xi Jinping intenta frenar la competencia salvaje entre empresas locales y proyectos redundantes. Pero los números no encajan: mientras ciertos sectores sufren, otros —como el automotriz— siguen invirtiendo con fuerza. El resultado es una mezcla de desconfianza, secretismo y sospechas de manipulación estadística.
Algunos economistas sugieren que los gobiernos locales, presionados por las deudas y las campañas políticas, están maquillando los datos. Otros creen que simplemente han redirigido fondos destinados a inversión para cubrir agujeros financieros. En cualquier caso, el efecto es el mismo: una caída fantasma que nadie parece querer aclarar.
Lo más desconcertante es la serenidad del gobierno central. No hay señales de pánico, ni grandes paquetes de estímulo, ni discursos de emergencia. Apenas un par de gestos técnicos y una sonrisa contenida desde Beijing.
La pregunta que flota en los mercados internacionales es inevitable: ¿la economía china está realmente tambaleándose… o solo estamos viendo el teatro de sombras de un poder que ya no puede controlar su propio relato?
