Tener unos riñones saludables es clave para evitar múltiples enfermedades y mantener el equilibrio del organismo. Estos órganos filtran las toxinas, regulan líquidos y controlan minerales esenciales como el sodio y el potasio. Su buen funcionamiento depende en gran parte de lo que comemos, por lo que una dieta equilibrada puede marcar la diferencia.
Si se padecen problemas renales, es importante reducir el consumo de fósforo —para proteger los huesos y vasos sanguíneos— y de potasio, que ayuda a mantener en buen estado los músculos y los nervios. En cambio, si los riñones funcionan correctamente, basta con seguir una alimentación saludable, baja en azúcares, grasas saturadas y frituras, prefiriendo preparaciones a la parrilla, al horno o salteadas.
Entre los alimentos más beneficiosos para los riñones destacan la manzana y la pera, por su bajo contenido en potasio y su aporte de fibra; el ajo, que ayuda a controlar el exceso de sal; y el huevo, una fuente de proteínas seguras para quienes padecen enfermedad renal. También sobresalen los arándanos, ricos en antioxidantes y antiinflamatorios, y el aceite de oliva, que mejora la salud cardiovascular, directamente relacionada con la función renal.
El apio y los pimientos rojos son opciones frescas y ligeras que ayudan a mantener una correcta hidratación y presión arterial, mientras que la quinoa y el pescado azul aportan proteínas y ácidos grasos Omega-3 con propiedades antiinflamatorias que favorecen a este vital órgano.
En definitiva, cuidar los riñones no es complicado: basta con elegir bien lo que ponemos en el plato. Una alimentación consciente puede ser el mejor escudo contra futuras complicaciones y el camino hacia una vida más saludable.
