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La casa de Doña Tina: una tradición de 64 años como santuario temporal del Cristo Negro en Olanchito

Olanchito [] Hay una devoción por el Cristo Negro de Esquipulas que se ha mantenido viva durante seis décadas en una pequeña parte entre la aldea la 12 de Diciembre y Agua Caliente, en el municipio de Olanchito, Yoro.

Es Agustina Hernández, más conocida como Doña Tina, la mujer que desde 1960 convirtió su humilde casa en un lugar de peregrinación para esta advocacion venerada en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, México, entre otros paises de América Latina.

Este santuario temporal y particular está en Nueva Vida  ó Los Rivas de Monga, una pequeña porción desprendida de la aldea 12 de Diciembre, donde la quebrada de Los Cocos, es la única que se antepone entre los dos poblados.

Doña Tina, estableció su devoción en este lugar, el 14 de enero de 1960, en la víspera al Cristo Negro de Esquipulas.

Desde entonces familias muy devotas a la imagen se han congregado para rezarle. Una tradición que sigue viva, y cada año llegan para esta fecha fieles de Lomitas del Este, Agua Caliente, Crucete, La 12, entre otras.

Todo empezó cuando un cuñado de ella, le regaló la imagen en 1959. El siguiente año Doña Tina, decidió hacer el rosario en honor  al Santo Cristo. Fue así como su casa empezó a ser un lugar de peregrinación.

El altar con la imagen histórica varía cada año, antes era alumbrado con candiles, velas y lámparas de gas; ahora se ve más colorido con las luces de la modernidad.

En esa época habían haciendas y estaba la comunidad de Monga; un lugar muy próspero que fue arrazado por la huracán Fifí en 1974.

Doña Tina, recuerda que, de toda esta parte llegaba gente montada a caballo a celebrar esta festividad.

Para ese entonces no existía la actual carretera RN-23, eran caminos de herradura que los mismos habitantes crearon.

Enero era lluvioso en esas décadas, y el lodo se apoderaba de esas rutas. Aún así con esas grandes dificultades los devotos llegaban a su casa. Era una alegría de fe y devoción que mantuvo unida todos estos lugares, cuando sus casas estaban dispersas.

Hoy Doña Tina sigue  con ese legado, un momento que reune a su familia, a sus amigos y fieles católicos que llegan de las comunidades vecinas.

Los cohetes y petardos interrumpen cada instante el eco de la noche, es la fe y la alegría que se desborda en su casa.

Sus tortas de arroz y la comida típica son las ofrendas que la anfitriona comparte con los peregrinos desde hace 64 años, esto hace  que la fiesta sea más hospitalaria.

Aquí una fe se ha cimentado y en la casa de Doña Tina, se conserva una tradición histórica, escondida en esta pequeña parte donde una familia con gran devoción festeja al Cristo Negro de Esquipulas.

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