LA CEIBA [] Llegó de Barcelona hace un año a La Ceiba, ciudad a la que ya había estado hace tres décadas, y que ahora es su hogar. Aquí Alex Sagnier, se gana la vida con su peculiar negocio rodante, ofreciendo omellete, caldo de caña añejado, jugo de naranja; agua de coco y café orgánico. También con una genial idea, afila cuchillos y machetes.
Este ingeniero forestal, endulza y alegra la calle del barrio más pequeño de la Novia de Honduras: El Iman.
Aquí desde tempranas horas saca su triciclo, que ha modificado para ofrecer sus sabores y servicio.
«Es increíble como la gente me aprecia. Cuando voy por la calle los taxistas me saludan, igual cuando voy al mercado la gente me reconoce» cuenta Sagnier, quien agradece en parte su popularidad, a Radio El Patio, donde locuta.
La feria isidra y la hospitalidad de los ceibeños, flecharon a este español, quien hace 30 años estuvo aquí como guía del tren turístico.
«Me duele saber que el ferrocarril se perdió», dice con una profunda nostalgia. Pero en su segundo viaje a esta tierra hace un año, fue para quedarse para siempre.
«De aquí me sacan sólo con los pies por delante», afirma con cierta risa.
Es un apasionado del ciclismo, y el 10 de diciembre del año 2022, tuvo un accidente que le rompió una costilla, y esto lo obligó a poner su negocio rodante, ya que necesitaba dinero para cubrir los gastos médicos y de recuperación.
«A partir de ahí empecé a ver la idea de poner el negocio», recuerda el catalán.
Y es que una vez haciendo omellete, «torta de papa española, un amigo me dijo que porqué no vendía, y ahí fueron surgiendo las propuestas».
Y así fue como empezó su negocio, sin olvidar su pasión de pedalear. Aquí en la calle del barrio El Iman, ofrece sus delicias, y a veces recorre otras calles céntricas de la ciudad.
«Lo que hago es vender agua de coco, caldo se caña, afilar machetes y café orgánico», comenta, mientras atiende a los clientes que llegan a comprarle.
«Todo lo hago natural, el caldo de caña no lleva aditivos, ni agua, igual el jugo de naranja», reveló.
Este fiel Barcelona, su corazón ya es ceibeño, y ahora lo tiene dividido entre el Vida y El Victoria, sus equipos amados.
Con un humor a lo europeo y la amabilidad propia de un ceibeño, este hombre vive extrañando el pasado del ferrocarril, pues él, fue el último guía del tren turístico en la Novia de Honduras.
Y es que degustar de esos sabores acompañado de una plática de fútbol, de bicicletas y de la herencia del tren, hacen placentera la estadía improvisada del negocio de Sagnier.